A comienzos del siglo XVIII hubo un proyecto de crear un sistema defensivo para la ciudad del que participaron los jesuitas, que eran los únicos que contaban con arquitectos y constructores para hacer una obra de ese tipo.
Según se cree la finalidad era unir edificios importantes y permitir el escape en caso de invasión.
Pero todo parace demostrar que este proyecto no se pudo materializar por su complejidad y la expulsión de los jesuitas de los territorios americanos ordenada por el Rey Carlos III en 1767.
Es por esto que de los túneles sólo quedaron algunos fragmentos.
El centro del complejo de túneles habría estado en la Manzana de las Luces, ocupada en aquel momento por los jesuitas.
Se tejieron múltiples historias acerca de estos túneles subterráneos: se dijo que iglesias y conventos estaban unidos entre sí, de que fueron usados como calabozos y luegar de tortura, de razones defensivas y también de su uso para el contrabando.
A lo largo de la historia, esporádicamente y en diversos medios, siempre se los menciona como resultado de un descubrimiento casual. Ese es el caso de los encontrados en la Manzana de las Luces cuando un piso de la antigua Facultad de Arquitectura cedió y dejó a la vista parte de una red de túneles.
También se descubrieron túneles en el Cabildo, la Catedral y en un solar de Alsina y Piedras pero todos ellos están desmoronados. Los más visibles y conocidos son los que corresponden a la vieja Aduana Taylor en la parte posterior de la actual casa de gobierno.
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